Se veía llegar a la ciudad. Su vagabundeo pictórico había trasegado por regiones recónditas, donde nos había recuperado a los sudorosos cañeros, campesinos y personajes perdidos. Sus vigorosos dibujos estampaban estos personajes en toda su elegancia y vitalidad, con una mirada limpia y desprejudiciada. El HOMBRE a secas, protagonista de ese otro país marginado y casi ausente de la cultura cosmopolita y manoseado sin reposo por las ideologías, reaparecía altivo en las pinturas y dibujos de Carrizosa: Allí los veíamos trepidando sus machetes contra la caña, sacándose el sudor con su trapos rojos, bordeando las carreteras y silueteando crepúsculos de regreso a casa, con paso altivo retornando al trabajo injusto de cada día, cuerpos esbeltos de campesinos y campesinas, arrebatados de un paisaje desdibujado solo para exaltar una belleza simple y sin justificaciones, modelos de su propia elegancia y protagonistas de ese inagotable tema que aunque por fuera de ese gusto esteticista de muchos es inevitable: Sobrevivir.

– RICARDO SUAREZ